miércoles, 19 de febrero de 2014

Vendedor de historias a domicilio

Vendedor a domicilio
Hubo un tiempo en que la venta a domicilio era una práctica común y, al parecer, provechosa. Eran muchos los productos que se ofertaban de puerta en puerta, aunque sin duda en la memoria colectiva ha quedado marcada a fuego la imagen del vendedor de libros. Aunque podían brindar exquisitas colecciones literarias a módico precio o suscripciones a tentadores clubes, generalmente ofrecían enciclopedias universales para facilitar la formación de nuestros hijos o decorar la librería del salón, diccionarios enciclopédicos que nos resolverían dudas jamás planteadas, obras magníficamente editadas que reunían todo el saber necesario en sus numerosos volúmenes: arte, geografía, biología, civilizaciones, medicina, derecho…, en ocasiones complementadas con una provechosa olla a presión, una manta eléctrica o un recargado juego de café. Su abundancia y persistencia —acaso solo comparable a la de los predicadores de determinadas sociedades bíblicas— los hizo incluso protagonistas de gracietas y chascarrillos.