jueves, 6 de agosto de 2015

De vuelta

No es un secreto que lo mío no es el deporte, y a cierta edad es difícil que uno cambie. Sin embargo, cuando llega el buen tiempo a Burgos —y mientras dura— suelo aprovechar para colocarme la bici entre las piernas y dar alguna que otra pedalada por los alrededores. En busca de endorfinas que me alegren la jornada, voy en bicicleta a trabajar, atravesando el bosquecillo urbano de la Quinta, un placer que a buen seguro más de uno envidiará. El regreso es igualmente confortante, aunque a esas horas —poco después de las tres de la tarde— el calor resulte especialmente molesto en algunos tramos del recorrido.