Mientras semanas atrás se producían los conocidos incidentes en el burgalés barrio de Gamonal, opté por
guardar un discreto silencio, entre atónito e indignado por lo que ocurría y
cómo se estaba contando. Burgos comenzó a abrir los partes radiofónicos y las
noticias televisivas, a ocupar espacio en las portadas de la prensa nacional e
internacional; pero no era por la Capitalidad Española de la Gastronomía —cuyo
balance habrá que afrontar algún día—,
ni siquiera por el frío con el que se asocia injustamente esta capital. La
imagen que de ella se ofrecía distaba mucho de ser un reclamo turístico o
industrial. Aun así estaba dispuesto a callar mi opinión, hasta que un buen
amigo y letrado me preguntó sobre mi parecer. Como habría sido descortés en
extremo mantenerme en mis trece, he optado por poner negro sobre blanco los
sentimientos e ideas que me han asaltado los días pasados.
Razones para la protesta
Los primeros incidentes se
iniciaron durante la noche del viernes 10 de enero, al dar comienzo la parte más
llamativa de las obras de construcción
de un ambicioso proyecto urbanístico (otras intervenciones de menor
trascendencia habían empezado ya con anterioridad). Las movilizaciones, es
verdad, habían tenido su comienzo semanas atrás, pero no es menos cierto que la
repercusión real fue relativamente escasa; así al menos lo reconoce en su blog una de las
asociaciones vecinales más crítica con el proyecto: “El
rechazo al proyecto se diluye en su tercer intento” o “Apenas
50 vecinos muestran su rechazo al bulevar en bicicleta”. Los argumentos de
quienes se oponen al proyecto
son variados, aunque cabe destacar algunos como:
- El elevado coste económico. Las obras de la primera fase —las que han provocado los incidentes— fueron adjudicadas por 7.893.234,54 €, con una reducción del 8% sobre el importe presupuestado de licitación. Personalmente ignoro si la cuantía es excesiva o no y comprendo el malestar que ésta causa cuando otras obras de presupuesto infinitamente menor (por ejemplo, desde 2007 se viene reclamando la intervención contra el deterioro de las instalaciones de la Biblioteca «Gonzalo de Berceo», según la documentación difundida en su web por el Consejo de Barrio G9 de Gamonal). Pero no comparto en absoluto aquellas voces que se elevan reclamando que el importe de la obra del bulevar se destine a subvenciones y subsidios para los parados, porque esa no es realmente la solución. El paro se combate con trabajo; de hecho, ha sido tradicional (desde el New Deal norteamericano hasta el Plan E de Zapatero) la promoción de obras públicas para la generación de puestos de trabajo.
- Lo innecesario de un nuevo parking. Cualquiera que conozca mínimamente la situación en Burgos sabrá que el apelativo de “Ciudad sin ley” se lo había ganado Gamonal a pulso hace ya muchos años por la pasividad de la Policía Local ante la proliferación de los estacionamientos en segunda y hasta tercera fila incluso por la noche, mientras los propietarios de los vehículos descansan en sus domicilios. Esta permisividad exaspera a los residentes en otros puntos de la ciudad y perjudica no sólo a determinados vecinos del barrio (que se ven forzados a desplazar con su fuerza los vehículos que les estorban) sino muy especialmente al comercio, puesto que poco son los burgaleses que se desplazan hasta este barrio para consumir dadas las tremendas dificultades para aparcar. Que los vecinos no estén dispuestos o no puedan invertir determinadas cantidades en la adquisición de plazas en los aparcamientos de concesión municipal sólo demuestra esa no es la opción más adecuada para el barrio, donde sin embargo no existe ni un solo parking de rotación.
- La reducción de carriles y de plazas de aparcamiento en superficie. El diseño ideado en el proyecto reduce los cuatro carriles teóricos actuales a dos, uno en cada sentido, lo que a priori difícilmente parece casar con la fluidez del tráfico. Sin embargo, debemos ser sinceros y reconocer que el abuso de la doble fila en ese tramo de la calle Vitoria en la práctica sólo permite el tránsito por dos carriles, de modo que la agilidad de la circulación no se vería especialmente afectada. Sí resultarían menguadas las posibilidades de estacionamiento, desapareciendo unas 350 plazas regladas en esa avenida, aunque se estaba equipando la zona con un parking disuasorio de 550 plazas (actuación contra la que también se planteó una denuncia en los juzgados) además de las previstas en el parking subterráneo.
- La repercusión negativa en el comercio de la calle Vitoria. Una obra de esta envergadura, que se prolongaría al menos durante 16 meses, perjudicaría a los comerciantes del lugar, muchos de los cuales no soportarían la reducción de sus ingresos. Pero ésta es una realidad a medias, porque la experiencia dice que determinados establecimientos de hostelería y restauración verían incrementada su cuota de mercado precisamente durante la ejecución de las obras. El resto, antes de oponerse a un proyecto que sobre el papel ofrecerá mayores oportunidades de negocio en el futuro, deberían haber obtenido de la Administración determinadas condiciones (demora en la ejecución del cobro de determinados impuestos y tasas, pongo por caso) que les hiciesen más llevadero ese tiempo de espera.
- La inoportunidad del momento. Algunos opositores no comulgan de manera absoluta con los argumentos hasta aquí expuestos, aunque sí los reconocen inoportunos en el momento actual. Aunque la oportunidad, en el fondo, no deja de ser una percepción muy subjetiva.
- La adjudicataria es una empresa propiedad de Antonio M. Méndez Pozo. Sin duda alguna, éste es el argumento más polémico, entre otras razones porque no se ajusta a la verdad. El proyecto aprobado fue redactado por la empresa BMG Ingeniería y Arquitectura, en la que efectivamente participa el mencionado empresario, pero la obra la ejecutaría la UTE Bulevar Calle Vitoria, formada por las burgalesas Copsa y Aroasa, esta última perteneciente al grupo Arranz Acinas. Ambas compañías han sido presentadas como las tradicionales aliadas del entramado de la construcción encabezado por Méndez Pozo, cuando la verdad es que —pese a haber colaborado en determinadas obras de envergadura— son más propiamente los contrincantes naturales del afamado constructor y presidente de la Cámara de Comercio e Industria de Burgos. Por otro lado, que hace un par de décadas fuera condenado por el llamado caso de la Construcción no es obstáculo legal para que pueda optar a participar en proyectos públicos. Asunto distinto es la duda sobre la legalidad del proceso de selección del proyecto.
Pero más allá de la contundencia
de los argumentos esgrimidos contra la obras del bulevar en Gamonal, la gestión
de la crisis por parte de las autoridades municipales no ha parecido
precisamente muy acertada. Es cierto que el Ayuntamiento planificó diversas
actuaciones para dar a conocer las propuestas presentadas al concurso de ideas
y que incluso se aceptaron algunas sugerencias —como la intervención en la
calle de Doña Constanza, que inicialmente no estaba prevista—, pero también es
verdad que el esfuerzo realizado en este sentido ha sido a todas luces
insuficiente.
Propuestas electorales
Parece justificarse esta actitud
en la mayoría absoluta alcanzada por el PP en las elecciones municipales de
2011, posición reforzada por la mayoría
de votos reunidos por los populares en el distrito electoral de
Gamonal-Capiscol, donde obtuvieron 10.437 votos frente a 8.461 de PSOE (que
se dejó más de 3.500 papeletas respecto a 2007) y 1.502 de IU (40 menos que en
la anterior convocatoria). A la vista de esta sangría de la izquierda —que benefició especialmente
a UPyD—, parece evidente que en Gamonal
no tanto venció el PP como el PSOE perdió gran parte de su apoyo electoral.
Creíanse de esta manera los
populares legitimados para imponer su criterio argumentando que la intervención
urbanística en Gamonal estaba prevista en su programa electoral:
«Elaboraremos y ejecutaremos un Plan Director de Gamonal-Capiscol que incluirá, entre otras cuestiones, la transformación de la C/ Vitoria para convertirla en el Bulevar de Gamonal, así como la construcción de aparcamientos subterráneos en la zona.»
En similares términos, aunque con
menor concreción, en el programa
electoral del PSOE se proponía —entre los principales proyectos
urbanísticos— un «plan director de remodelación del barrio de Gamonal» que
recogiera la «remodelación integral de la Calle Vitoria, desde la Real y
Antigua de Gamonal hasta la Avenida de Cantabria», incluyendo la construcción
en dicha calle «de un gran aparcamiento que resuelva los problemas existentes».
Por su parte, el programa
de gobierno de Izquierda Unida —pretenciosa denominación para un grupo
político que en el momento de convocarse las elecciones carecía de representante
alguno en el consistorio— no proponía ninguna intervención específica en la principal arteria del barrio
de Gamonal. Sin embargo, sí se planteaban algunas ideas aún más radicales que
se encuentran en el proyecto urbanístico luego criticado por esta formación,
desde la construcción de «aceras anchas» hasta «la extensión de las zonas
peatonales por los barrios de manera que los coches no puedan penetrar
más que por su calle principal», alentando la construcción en los barrios de
aparcamientos exteriores de varias plantas «con tejados
fotovoltaicos» y otros disuasorios junto a las rondas, de modo que «las personas que lleguen a la ciudad podrán dejar sus coches
cómodamente».
De la lectura de estos programas
se infiere que la mayoría de los concejales debían apoyar una intervención
urbanística como la propuesta, puesto que tanto la candidatura más votada como
la mayoría de los grupos de la oposición —en este momento no es posible acceder
al programa
electoral de UPyD para Burgos—planteaban unas líneas de actuación
similares. Pero lo que quizá el equipo de gobierno no meditó suficientemente
fue la conveniencia de que una intervención de semejante calado contase tanto
con el apoyo de los grupos de la oposición como con el beneplácito vecinal,
puesto que el apoyo en las urnas no debe ser considerado jamás como una patente de corso.
Otros factores
En el desarrollo de la revuelta
de Gamonal no ha influido únicamente la decisión municipal de construir un
aparcamiento bajo un nuevo bulevar. Es cierto que dicha medida ha sido el
detonante —para algunos, la necesaria justificación— que ha provocado la
rebelión, pero por sí misma no explica ni la intensidad de las protestas ni
actos vandálicos concretos. En los sucesos de este mes de enero en Gamonal han
confluido otros factores:
- Indiscutiblemente, el estado de ánimo de los ciudadanos se encuentra en un grado bastante irascible. Las políticas de austeridad y los recortes han causado tal malestar que cualquier contrariedad puede enervar fácilmente la masa. Ni siquiera el argumento de que el proyecto estaba de alguna forma recogido en el programa electoral es suficiente, cuando otras muchas promesas han sido brusca y sistemáticamente incumplidas. En un barrio preferentemente obrero como el de Gamonal —aunque muy lejos de estar mayoritariamente habitado por lumpen, como han dado a entender algunos medios—, las incomodidades de la obra propuesta y la inconveniencia de determinadas medidas han sido la gota que ha colmado el vaso.
- Los alborotadores de oficio han encontrado en estas propuestas la oportunidad ideal para su algarada. No era necesario que se llegasen a Burgos profesionales de la lucha callejera, como en un principio se denunció. Ha sido suficiente con que se diesen las circunstancias propicias para que, amparados en la masa vecinal, los energúmenos de turno diesen rienda suelta a su ferocidad, imitando comportamientos que creíamos desterrados incluso de donde fueron hace algún tiempo habituales. Que los vecinos manifestantes no se opusieran con suficiente rotundidad a esos actos —e incluso algunos los hayan justificado y agradecido— los hace en cierto modo responsables de lo ocurrido.
- Los medios de comunicación han contribuido a difundir los sucesos y extender la revuelta. De una parte, las redes sociales han sido copadas por los revoltosos, fenómeno en absoluto sorprendente. Pero la actitud irresponsable de gran parte de los periodistas, muchos convertidos de la noche a la mañana en expertos “gamonalistas” que ni siquiera se han desplazado hasta Burgos para pulsar el sentir ciudadano, ha servido como agente acelerador del incendio. Gamonal abrió durante unos días los telediarios de las principales cadenas televisivas y los noticieros radiofónicos, encontró hueco en las portadas de los periódicos nacionales. Pero en la mayoría de los casos la información difundida no pasaba de ser un mero refrito de datos descontextualizados, fruto de un “copia y pega” impropio hasta de meros aprendices de periodistas.
- La torpeza del equipo municipal de gobierno ha resultado evidente. Cegados por el fulgor de su mayoría absoluta, fueron incapaces de calcular los riesgos inherentes a un proyecto como el propuesto. Confiados en que el cumplimiento estricto de la normativa referente a exposición pública era suficiente, carecieron de la habilidad necesaria para calmar los ánimos desde un principio. Esta falta de respuesta fue interpretada como un gesto de soberbia por los vecinos, lo que fue agravando la polémica. Y lo más grave es que en el verano de 2005 ya se vivió una situación similar, cuando el Ayuntamiento pretendió construir un aparcamiento en la avenida de Eladio Perlado (junto a la calle Vitoria), siendo concejal de Urbanismo el actual alcalde burgalés, ocasión en que la presión popular hizo que el consistorio cejase en su empeño.
- La irresponsabilidad de la oposición, empeñada en sacar tajada de la situación, tampoco ha sido escasa. En lugar de tratar de abrir cauces de negociación, han optado por el enfrentamiento directo con el grupo mayoritario —reafirmando con esta actitud la posición ególatra de los gobernantes municipales— y la judicialización de diferentes trámites del proceso. Cuando estallaron las revueltas, la oposición de izquierdas optó por situarse al pie de la pancarta. Incluso concejal hubo que recurrió al insulto personal para descalificar a aquel ciudadano que se permitía mostrarse crítico con la situación:
@VladimirConV @andreabasail2 O sea q si digo que Vd. es un pijo gilipollas le estoy definiendo a la perfección? Pues eres un pijo gilipollas
— ANTONIO FERNANDEZ (@Anfersantos) enero 14, 2014
@VladimirConV @andreabasail2 @psoeburgos @psoe No se equivoque. Le estoy definiendo a la perfección. Y no se enfade también es un miserable
— ANTONIO FERNANDEZ (@Anfersantos) enero 14, 2014
Punto de inflexión
El alcalde de Burgos anunció el martes día 14 de enero la paralización temporal de las obras para dialogar durante los
quince o veinte días siguientes en una comisión que se creará a este efecto con
representantes políticos, técnicos municipales y asociaciones ciudadanas,
incluidas las que se oponían. El vicealcalde, por su parte, aseguró ayer que
acudirían a la mesa de diálogo «sin ningún tipo de línea roja»,
aunque con el objetivo de «continuar con la ejecución de las obras»
transcurridos quince o veinte días, después de alcanzarse los necesarios
acuerdos.
Iniciado ese plazo, el viernes 17
de enero se celebró una sesión del pleno municipal en el que las obras del
bulevar de Gamonal ocuparon la práctica totalidad de los debates. El PP sacó
adelante —merced a su mayoría absoluta— la aprobación de la suspensión temporal
de las obras anunciada días atrás, pero fue incapaz de ver en las
intervenciones del resto de grupos municipales lo que estaba sucediendo: a su arrogancia
inicial respondían los contrarios a las obras con su negativa a cualquier
negociación, de modo que el consenso que con tanto retraso buscaba el equipo de
gobierno era ya inalcanzable. Las propuestas de mociones que con carácter de
urgencia llevaron los grupos opositores al pleno fueron todas modificadas in voce por los proponentes para
intentar la suspensión definitiva de las obras, lo que demuestra que la
“política de pasillo” durante las horas previas resultó tan activa como
infructuosa. De todas estas propuestas, la más curiosa fue la planteada por el
único concejal de Izquierda Unida, que con infantil mentalidad buscaba fomentar
la participación ciudadana en la gestión de la ciudad mediante la
obligatoriedad de consultas populares vinculantes para gastos municipales
superiores a 100.000 €. Los demás grupos le mostraron la imposibilidad —tanto
legal como práctica— de tal propuesta (que fue superada incluso por la única intervención
en el turno de intervención ciudadana, en la que Carlos Castiñeiras, portavoz de Democracia Real Ya Burgos, planteó
semejante medida para intervenciones con presupuestos superiores a cinco
millones), finalmente reducida a una fórmula de buena voluntad en torno a
participación ciudadana que fue aprobada por unanimidad.
Apenas unas horas más tarde, el alcalde hacía pública la decisión de suspender definitivamente las obras del bulevar y aparcamiento en Gamonal, restituyendo a la calle Vitoria su estado anterior.
Consecuencias
Tal como estaban las cosas, el
equipo de gobierno municipal tenía cuatro opciones: continuar con las obras
pese a las protestas, mantener la suspensión temporal anunciada para tratar de alcanzar
el necesario consenso, convocar una consulta popular para conocer la verdadera
opinión de los ciudadanos burgaleses o, por último, ceder a las presiones. De
todas, finalmente el alcalde se inclinó por la última, renunciando al proyecto
con el fin eliminar la tensión vivida en las calles burgalesas. Junto al
momento elegido para anunciar la paralización definitiva de las obras —¿por qué
no durante el pleno municipal?—, la razón esgrimida por el primer edil ha sido
fuertemente criticada: si en política el criterio fuera evitar el conflicto, no
existiría el Estado de Derecho, sometido al criterio del más fuerte. En
palabras del académico Arturo Pérez Reverte, una decisión como ésta resulta
sumamente grave:
Ahora hemos aprendido todos una lección útil y peligrosa: un contenedor ardiendo vale más que una denuncia en un juzgado. Y es más rápido.
— Arturo Pérez-Reverte (@perezreverte) enero 19, 2014
No sé si captamos las graves consecuencias de una conclusión como ésa: en esta perra y bormuja España, quien no quema, no mama.
— Arturo Pérez-Reverte (@perezreverte) enero 19, 2014
La decisión de paralizar las
obras tiene un coste económico para las arcas municipales, inicialmente cifrado
en unos 480.000 € que, en aplicación de la normativa legal para las obras que se adjudican desde las administraciones públicas, la UTE adjudicataria deberá cobrar en concepto
de beneficio industrial. A esa cantidad tal vez haya que sumar el importe de
las obras de cierre de la zanja ya abierta, y por supuesto el coste de la
reparación de los daños en la dotación y el mobiliario urbanos.
Pero existen además otras
consecuencias, como los puestos de trabajo perdidos al suspenderse las obras.
Algunos días después de conocerse la decisión del gobierno municipal se
produjeron los primeros
20 despidos; pero aún se esperan más, no sólo en la plantilla de las
empresas adjudicatarias, sino también en las de algunas subcontratas y proveedoras.
¿Revuelta o revolución?
Con razón o sin ella, la
reivindicación gamonalera ha reanimado el movimiento
indignado, al tiempo que ha realimentado las movilizaciones de los grupos antisistema
y exaltado
a los revoltosos en diferentes provincias (reacciones éstas vinculadas pero
diferentes). Que la práctica totalidad de los detenidos durante las protestas
en Gamonal tengan su residencia en Burgos —el resto son inmigrantes, afincados
en el barrio— no desdice el control
que sobre las manifestaciones han mantenido ciertas organizaciones de ultra
izquierda con el fin de obtener mediante la política de los hechos una
pretendida representatividad que no son capaces de alcanzar en las urnas. Pero
eso no justifica a quienes pretenden que no rendir cuentas a la población más
que cada cuatro años, ignorando que la democracia exige disponer de estructuras
suficientes para que los ciudadanos puedan decidir sobre los temas que le
afectan en su vida diaria, de verdaderos dispositivos de control y hasta revocación.
A todos nos convendría no olvidar
que, cuando el hastío ciudadano se encuentra de frente con la prepotencia del
poderoso, una simple chispa puede prender la más incendiaria de las revueltas.
Que Carlos III ordenase «que ninguna persona, de cualquier calidad, condición y
estado que sea, pueda usar en ningún paraje, sitio, ni arrabal de esta Corte y
Reales Sitios, ni en sus paseos o campos fuera de su cerca, del citado traje de
capa larga y sombrero redondo para el embozo» fue suficiente para que estallase
el motín que provocó la caída
el exilio del marqués de Esquilache, quien a punto de salir hacia a Italia
escribió: «yo he limpiado Madrid, le he empedrado, he hecho paseos y otras
obras [...] que merecería que me hiciesen una estatua, y en lugar de esto me ha
tratado tan indignamente».
Es verdad que lo que algunos
llaman desorden no es sino otra forma de ordenar distinta a la que sostiene el
actual estado de las cosas y que en ocasiones sólo la revolución puede poner
fin a lo que no es capaz de evolucionar. También lo es que «la
chispa que pone en marcha los grandes cambios de la historia es muchas veces
anecdótica». Pero no es menos cierto
que emular a los asaltantes de las Tullerías o del Palacio de Invierno sólo
sale gratis cuando se triunfa.
Quería aclarar dos cosas sobre el artículo:
ResponderEliminarPrimero: el "parking disuasorio" que dicen que están haciendo es el descampado detrás de las torres que se viene utilizando durante años como aparcamiento, por lo que en realidad se perderían plazas de aparcamiento puesto que es simplemente asfaltar algo que ya se utiliza.
Segundo: Méndez Pozo si interviene en las obras del bulevar (dejando aparte la más que cuestionable, y probablemente denunciable, filtración de su proyecto meses antes en su diario sin que se lo pidiera el ayuntamiento pese a lo cual pagó el estudio) por medio de la empresa Hormigones Burgos, que es en parte de su propiedad (se puede comprobar en el registro mercantil).
Para más detalles de chanchullos varios en el periódico online el www.diario.es están realizando muchos artículos bien documentados sobre estos temas.
Gracias.
Vaya por delante mi agradecimiento por el comentario, que además demuestra una atenta lectura de tan largo post. El asunto de la intervención urbanística en la calle Vitoria de Burgos y las protestas vecinales es sumamente complejo y con numerosos matices. Pero voy a tratar de ceñirme a los aspectos mencionados en el comentario.
EliminarEfectivamente, el solar sobre el que se estaba "construyendo" el parking disuasorio ya se empleaba para estacionar vehículos, comportamiento por otra parte tan ilegal como consentido, por lo que esas "plazas" no se computan en los datos de equipamiento. Si ese solar hubiese estado debidamente vallado (como obliga la legislación) o se hubiera alzado el parque urbano previsto en el lugar (http://www.elcorreodeburgos.com/noticias/2013-10-23/el-psoe-denuncia-que-el-parking-de-gamonal-destruye-un-parque-urbano), no habría sido posible estacionar vehículos en él, con lo que el problema de aparcamiento en la zona sería aún mayor (esta misma situación se está produciendo en el solar del demolido mercado de San Bruno y en otros espacios más). Según parece, en el nuevo PGOU (http://www.nuevoplandeburgos.com/, pendiente de aprobación definitiva por la Junta de Castilla y León) ya se contempla esa parcela como dotación de servicios, susceptible de destinarse a aparcamiento. Lo que cuesta trabajo comprender es la obstinación de alguna asociación para que también se paralice el asfaltado del solar. Como puede verse en el post, mi opinión personal pasa por la creación de plazas de aparcamiento para residentes en condiciones económicas favorables, pero también rotatorias, normalizando el uso de los viales como en el resto de la ciudad.
En cuanto a la intervención de Méndez Pozo en la realización de las obras del bulevar de la calle Vitoria, debemos todos entender que no existe nada legal que lo impida. En primer lugar, por mucho que desagrade, su situación penal es la que es, y no se puede impedir siquiera que sus empresas se presenten a concursos públicos. Si la Administración se negase a otorgar una adjudicación a una empresa o UTE con el argumento de ser propiedad o estar participada por Méndez Pozo estaría cometiéndose prevaricación (igual que si se le concediese por ese simple mérito). La ejecución ha sido adjudicada a una UTE compuesta por dos empresas determinadas, que son libres de subcontratar. No sé si la empresa mencionada en su comentario es o no propiedad del citado personaje (aunque, de serlo, no tendría cargo alguno, ni él http://www.empresia.es/persona/mendez-pozo-antonio-miguel/, ni su hijos Miguel http://www.empresia.es/persona/mendez-ordonez-miguel/ o Gregorio http://www.empresia.es/persona/mendez-ordonez-gregorio/) ni si dicha empresa ha intervenido efectivamente en la obra (teniendo en cuenta que para cavar lo realizado hasta la fecha no es necesario hormigonar). Otra cosa diferente es que se produzcan tratos de favor, componendas y apaños, denunciables ante la Justicia, o trapicheos legales escasamente éticos, merecedores de la reprobación pública. Desde mi humilde entender, en caso de producirse estas circunstancias, no justifican por sí mismas el rechazo al proyecto; tal vez sí a la adjudicación, a la ejecución, pero no al proyecto mismo (que puede ofrecer otras razones para su repudio, no lo niego).
En cualquier caso, partiendo de la base de que es sumamente necesaria una intervención que acabe con los problemas de circulación y aparcamiento en Gamonal, mi propósito ha sido:
• Concretar y sopesar con argumentos contrarios las diferentes razones esgrimidas por los críticos con la obra del bulevar de la calle Vitoria.
• Comprobar cómo el malestar vecinal ha sido instrumentalizado por unos e ignorado por otros, en perjuicio de todos.
• Hacer patente el riesgo que actualmente corre nuestro Estado de Derecho —ya de por sí bastante maltrecho— por determinados comportamientos (ya sea violencia, dejación…).
• Plantear si realmente el llamado “efecto Gamonal” va más allá de la propagación de la mera algarada o cuenta con visos de cambiar efectivamente el estado de las cosas.