
Acabo de reincorporarme a la rutina laboral después de unos
escasos días de asueto: algo de playa y
spa, un poco de deporte —con pequeña
lesión incluida— y otro tanto de baile… para descargar tensiones, reordenar el
sueño, estimular hormonas y recuperar el ánimo para afrontar una nueva
temporada de las habituales obligaciones profesionales e incluso nuevas
responsabilidades. Sin ver la televisión ni escuchar la radio, sin apenas consultar
el correo electrónico —desde luego, no el del trabajo— y reduciendo al mínimo
la utilización de las plataformas de redes sociales en Internet (seguro que
mi índice Kloud se resiente).