lunes, 18 de febrero de 2013

La marea (amarilla) en la cocina burgalesa

Comida japonesa © LatinJavy vía Stock.xchng
Designada durante el mes de diciembre pasado, no ha sido hasta la celebración de la última edición de FITUR cuando oficialmente Burgos ha pasado a ostentar la Capitalidad Española de la Gastronomía para 2013. Sirva esta concreción como descargo ante las críticas que he podido escuchar (y que he compartido, lo admito) durante las primeras semanas de este año. Ello no es óbice para que, cumplido el trámite de la transmisión de los trastos de la cocina, tenga la percepción de que se continúan cometiendo los mismos errores, fundamentalmente pecados pos omisión. Porque puede estar muy bien alardear de la capitalidad con sendas pancartas en la fachada del Ayuntamiento o del Teatro Principal, sobre todo si —además de informar a los visitantes, muchos o pocos, que ya están en la ciudad—sirven para recordarnos —a nosotros y a quienes rigen la urbe— el compromiso adquirido al aceptar la designación. Pero ya no le veo tanto sentido invertir una y otra vez en costosos anuncios en la prensa local, esos periódicos que sólo leemos quienes ya sabemos de la Capitalidad Gastronómica y que sin embargo nada dicen a quienes podrían sentirse tentados de visitarnos —y gastarse los cuartos— si una circunstancia como ésta estuviera apoyada por una campaña publicitaria con inversión en medios nacionales y extranjeros. Por supuesto que la presencia con stand propio en FITUR ha sido un (necesario) paso adelante, confío en que útil, no tanto por los visitantes que se hayan acercado al espacio durante los días de apertura al público como por el efecto que haya podido causar entre agencias, mayoristas y turoperadores.

lunes, 4 de febrero de 2013

El ejemplo de Le Monde diplomatique en español

Hace ya algún tiempo, en mi colaboración en la bitácora colectiva Biblogtecarios llamé la atención sobre lo que significaba que las bibliotecas públicas dejasen de recibir a partir de 2012 ejemplares de las revistas subvencionadas por el Ministerio de Cultura, convirtiendo una subvención con contrapretación en una subvención a fondo perdido.  Como apunté entonces, la estricta  aplicación  de una norma legal no era obstáculo para que los editores continuasen enviando esos ejemplares si de verdad estaban interesados en emplear las bibliotecas como escaparate de sus publicaciones, si de veras querían difundir sus contenidos, captar nuevos compradores de sus revistas. No tengo constancia de que así fuera...