Designada durante el mes de diciembre pasado, no ha sido hasta la celebración de la última edición de FITUR cuando oficialmente Burgos ha pasado a ostentar la Capitalidad Española de la Gastronomía para 2013. Sirva esta concreción como descargo ante las críticas que he podido escuchar (y que he compartido, lo admito) durante las primeras semanas de este año. Ello no es óbice para que, cumplido el trámite de la transmisión de los trastos de la cocina, tenga la percepción de que se continúan cometiendo los mismos errores, fundamentalmente pecados pos omisión. Porque puede estar muy bien alardear de la capitalidad con sendas pancartas en la fachada del Ayuntamiento o del Teatro Principal, sobre todo si —además de informar a los visitantes, muchos o pocos, que ya están en la ciudad—sirven para recordarnos —a nosotros y a quienes rigen la urbe— el compromiso adquirido al aceptar la designación. Pero ya no le veo tanto sentido invertir una y otra vez en costosos anuncios en la prensa local, esos periódicos que sólo leemos quienes ya sabemos de la Capitalidad Gastronómica y que sin embargo nada dicen a quienes podrían sentirse tentados de visitarnos —y gastarse los cuartos— si una circunstancia como ésta estuviera apoyada por una campaña publicitaria con inversión en medios nacionales y extranjeros. Por supuesto que la presencia con stand propio en FITUR ha sido un (necesario) paso adelante, confío en que útil, no tanto por los visitantes que se hayan acercado al espacio durante los días de apertura al público como por el efecto que haya podido causar entre agencias, mayoristas y turoperadores.
lunes, 18 de febrero de 2013
lunes, 4 de febrero de 2013
El ejemplo de Le Monde diplomatique en español
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