Hace ya algún tiempo, en mi colaboración en la bitácora colectiva Biblogtecarios llamé la atención sobre lo que significaba que las bibliotecas públicas dejasen de recibir a partir de 2012 ejemplares de las revistas subvencionadas por el Ministerio de Cultura, convirtiendo una subvención con contrapretación en una subvención a fondo perdido. Como apunté entonces, la estricta aplicación de una norma legal no era obstáculo para que los editores continuasen enviando esos ejemplares si de verdad estaban interesados en emplear las bibliotecas como escaparate de sus publicaciones, si de veras querían difundir sus contenidos, captar nuevos compradores de sus revistas. No tengo constancia de que así fuera...
Durante los últimos meses hemos recibido en la biblioteca en que trabajo ejemplares de Le Monde diplomatique en español, sin que por nuestra parte mediara gestión alguna ni, por supuesto, abonásemos ninguna suscripción. Por fin, en el número de febrero de 2013 la casa editorial ha hecho pública la siguiente nota:
A las Bibliotecas Públicas…En los dos últimos meses hemos recibido muchas llamadas de responsables de bibliotecas públicas alertándonos que estábamos enviándoles el ejemplar de cada mes cuando la suscripción para bibliotecas que realizaba el Ministerio de Cultura había finalizado. Desde Le Monde diplomatique en español hemos decidido realizar una donación de 434 suscripciones a las Bibliotecas Públicas Españolas, cantidad equivalente al importe que hemos recibido en el año 2012, con la idea de que los usuarios de las bibliotecas públicas puedan continuar teniendo acceso a los contenidos de nuestra publicación.
Sería de una pretenciosidad desmedida creer que ha sido mi llamada de atención la que ha llevado a Ediciones Cybermonde a tomar esta decisión, lo que no puedo sino aplaudir. Todo un ejemplo que las revistas culturales españolas -que tanto se quejaron de la decisión ministerial, en una actitud un tanto hipócrita- deberían seguir. Al fin y al cabo, si la subvención persiste, no hay razón para que esas revistas hayan dejado de ser enviadas por las editoriales a las bibliotecas públicas. El caso de La Monde diplomatique en español lo demuestra.
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