viernes, 19 de julio de 2013

El ombligo de Burgos

Catedral de Burgos desde el Paseo Sierra de Atapuerca
Últimamente en Burgos estamos que no nos lo creemos. Tras el tremendo fiasco de la candidatura a la Capitalidad Cultural de Europa para el año 2016, cuyo proyecto ilusionó a la mayor parte de los ciudadanos, a pesar de la gran cantidad de palabrería hueca que engordaba sus dos centenares de páginas, parecía innegable que la energía generada debía en todo caso aprovecharse en beneficio de la ciudad. Vino así, después, el empeño inversor en citymarketing, del que apenas hemos obtenido una imagen corporativa para la ciudad que, dadas las críticas suscitadas y su más que escaso uso, parece avergonzar a quienes deberían impulsar su empleo. Tanto es así que parecíamos resignarnos de nuevo a que nuestra ciudad permaneciera perennemente ligada a la arquitectura gótica de la Catedral y el cidiano sepulcro que alberga, pese a algunos esfuerzos puntuales y en gran medida ajenos a la iniciativa institucional burgalesa.

En este estado se hallaban las cosas cuando saltó la gran noticia: a la chita callando, la Federación de Empresarios de Hostelería de Burgos conseguía para la ciudad el título de Capital Española de la Gastronomía 2013, una oportunidad para recuperar aquel espíritu y, sobre todo, potenciar la promoción el destino turístico burgalés, tan necesitada de estímulo y orientación. Aunque debo sospechar que la designación debió pillar desprevenido a más de uno, en especial a las instituciones locales, cuya implicación en un primer momento fue más bien parca, limitándose apenas a emplazar una enorme pancarta en la fachada del Teatro Principal. Así, el Plan Estratégico Ciudad de Burgos no recoge en su web —en el momento de escribir estas líneas— ninguna noticia relacionada con la capitalidad gastronómica generada en 2013, si bien es cierto que se ofrece como contacto en la web oficial de Burgos Capital Española de la Gastronomía 2013. Una web, por otro lado, nacida con un diseño tan pobre y tal escasez de contenidos que forzó la aparición de una bitácora no oficial con algo tan elemental como un calendario de eventos, entre otras muchas informaciones, que ha servido de acicate para la mejora de aquella.



Es verdad que la capitalidad puede haber dado más lustre al éxito alcanzado por los cocineros burgaleses en la edición de este año de Madrid Fusión, coronado por el triunfo del chef de La Favorita en el X Concurso Berlys de Bocadillos de Autor organizado en el marco del certamen. Pero no debemos engañarnos: estos logros tienen que ver con la excelencia  antes que con el esfuerzo de la capitalidad.
Ha habido, sí, algún golpe de efecto. El New York Times situó Burgos —“an ancient city with a fresh face and culinary buzz”— en el lugar 25º de su particular ranking de destinos turísticos, aunque poco después saltara a los papeles la noticia del cierre de uno de los restaurantes mencionados. La ciudad castellana fue también escenario de una de las pruebas en un episodio del programa de televisión Masterchef, grabado en un día desapacible y centrado en los tópicos —morcilla, cordero y queso fresco— en el que todos aprendimos… dónde podemos adquirir jengibre. Lo que tal vez no fuera suficiente para compensar el desengaño de aquel Cocineros españoles por el mundo, del que nunca más se supo. Pero lo cierto es que, en poco tiempo, Burgos fue objeto de atención para la prensa —las revistas especializadas Condé Nast Traveler y Geo, los suplementos de viajes de los diarios ABC y El País— y la televisión: Peridis descubrió la luz y el misterio de nuestra catedral, Jesús Calleja desafió al humorista Dani Martínez en Atapuerca
Al fin, comenzaron a dirigirse los esfuerzos de promoción turística de Burgos fuera de nuestros provincianos límites con la campaña “La cara de Burgos que aún no conoces”, pero sin osar el empleo del malhadado slogan del “Sonríe, es Burgos”. Y como rectificar es de sabios, parecen haberse dado cuenta de que el Aeropuerto ha de suponer entrada de capital y no plataforma más o menos subvencionada para que los burgaleses viajemos a Mallorca. Son sólo unos primeros pasos, muy tímidos, por una senda que deberíamos haber recorrido hace ya tiempo.

Eso sí: mientras tanto, el Patronato de Turismo de la Provincia de Burgos se disuelve pero se mantiene visible su sitio web, no sólo absolutamente inconsistente en su sistema de enlaces para las versiones en inglés y francés, sino además carente de  actualización desde hace al menos un año, lo que —lejos de suponer un beneficio— ofrece una lamentable imagen de la promoción turística de nuestro territorio. Penosa imagen sólo superada por la que ofrece SODEBUR-Sociedad para el Desarrollo de la Provincia de Burgos, cuya página web supone un cúmulo de despropósitos, tales como:
Por si esto fuera poco, mucho más ridículo es su comportamiento en Twitter, donde su perfil está protegido... aunque hasta el momento no haya publicado ni un solo tuit. ¡Magnífica imagen la que se ofrece al potencial turista, sí señor!

Es demasiado pronto para recoger frutos: aún queda mucho por hacer y son demasiados los errores que debemos paliar. Pero al menos parece que en Burgos comenzamos a dejar de mirarnos al ombligo. Cuando comprendamos que debemos abandonar toda estéril autocomplacencia, estaremos en disposición de poner toda la carne en el asador y convertir Burgos en el hito turístico que siempre mereció ser.

[Por cierto, tú que has leído esto desde fuera de Burgos, ¿a qué esperas para venir?]

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