martes, 12 de agosto de 2014

Representaciones populares en Burgos

La escenificación de determinados pasajes bíblicos es una antigua tradición que últimamente observa un renacimiento sorprendente, logrando concitar el entusiasmo de vecinos y autoridades en aquellas localidades donde se realiza. El belén viviente de Castell d’Aro es la representación navideña más antigua de cuantas se realizan actualmente en España, pero los orígenes de la Pasión de Balmaseda se remontan hasta el siglo XVII. Las tierras de Burgos acogen también numerosos escenarios para este tipo de representaciones: el costumbrista belén de Quintanilla del Agua —con dos décadas a sus espaldas— o el recientísimo de Santa Gadea de Alfoz —con apenas dos ediciones—, y las pasiones de Covarrubias, de Villalbilla de Burgos —ambas nacidas en los años 70 del pasado siglo— o de Lerma.

No son éstas, sin embargo, las únicas representaciones populares que hacen de la provincia de Burgos un tablado excepcional. Las recreaciones históricas han ido brotando en diferentes lugares, cada una con sus propias peculiaridades, pero todas con un doble afán: la reafirmación de la personalidad común de los vecinos del lugar a través de la tradición y la conversión de la localidad en un punto de atracción turística, siquiera por unas escasas fechas. La propia capital burgalesa es el escenario ideal para revivir al más ilustre de sus personajes históricos: el Fin de Semana Cidiano acumula en apenas tres jornadas de octubre varias representaciones teatrales a cargo de compañías estables y grupos de aficionados, un mercado medieval, torneos de caballeros, distintas comitivas —incluida una nocturna con antorchas que pretende recrear el entierro del héroe— y hasta una misa cantada en la catedral. Se trata de un evento que responde claramente a propósitos de marketing —aunque no por ello menos vistoso—, surgido de la iniciativa de la Federación Provincial de Empresarios de Hostelería de Burgos y la Asociación Burgalesa de Amigos del Caballo, aglutinando a medio millar de intervinientes conforme la planificación diseñada por una agencia de turismo.

Lógicamente, no es ésta la única recreación que tiene al Cid como protagonista. En torno a la festividad de San Juan, desde hace seis años los vecinos de Castrillo del Val representan El destierro del Cid, una obra escrita y dirigida por el sacerdote Ernesto Pérez Calvo. Cuatro son los cuadros de esta escenificación, que recogen los momentos más significativos de la leyenda cidiana: la jura en Santa Gadea, la partida hacia el destierro, el matrimonio de las hijas del héroe con los de Carrión y la muerte del Cid. Mientras tanto, otros intérpretes dan vida a las labores cotidianas de la época, todo ello acompañado por canciones castellanas referentes a Castrillo y a los avatares del caballero castellano.

Apenas un mes más tarde, las ruinas del monasterio de San Pedro de Arlanza acogen desde 2012 la representación por vecinos de la comarca —reunidos en el grupo teatral de la asociación para el desarrollo de la Tierra de Lara— de la pieza de Lope de Vega El conde Fernán González, haciendo así gala del impulsor de la fundación del cenobio y artífice del reino de Castilla.
Pero suele ser con la llegada de la temporada agosteña cuando proliferan este tipo de festejos. La más temprana es la Fiesta barroca de Lerma, que abre todo un mes dedicado al esplendor de los Austrias menores con la recreación —desde hace ya quince años— de las grandes fiestas que el duque de Lerma organizó en la villa de sus estados: cortejos, representaciones de entremeses, demostraciones de cetrería, teatro de calle, danzas cortesanas y populares… Sus inicios se encuentran en el empeño de un grupo teatral local —que cuenta con la colaboración de otras asociaciones y numerosos vecinos—, alabado en el corral de comedias de Almagro por montajes como Lerma por Alfonso Onceno, atribuida a Zorrilla, o La burgalesa de Lerma, de Lope de Vega.

En la obra de este mismo autor El bastardo Mudarra se basa la representación dramática que sobre la leyenda de los siete infantes de Lara dirige Abilio Abad Izquierdo en Castrillo de la Reina a mediados de agosto. Es entonces cuando se recupera una historia de odio, venganza, traición y amor que conmocionó la comarca de Pinares de tal modo que dio pie a la composición de uno de los más importantes cantares de gesta de la historia de la literatura castellana, junto con el Poema del Cid y el Poema de Fernán González.

El prolongado esfuerzo colectivo de los onienses desde 1988 hace que, de todos, quizá el evento con mayor renombre —no en vano fue declarado Fiesta de Interés Turístico— sea el Cronicón de Oña, con texto debido a la pluma de Juan Ruiz Carcedo y cuya representación es dirigida por Joaquín Hinojosa con la colaboración como coordinadora de Berta Tricio, durante años subdelegada del Gobierno en la provincia burgalesa. Por la capilla mayor de la iglesia de San Salvador de esta localidad pasan a mediados del octavo mes reyes, infantes y condes durante la recreación histórica más espectacular, en la que se recuperan los instantes más importantes de los primeros tiempos de Castilla, en los que Oña fue escenario principal, hasta el punto de acoger los restos del rey Sancho II, trasladados desde Zamora por su alférez Rodrigo Díaz de Vivar.


Pocas fechas más tarde, dos centenares de vecinos y amigos recrean en la segunda quincena de agosto la batalla de Atapuerca en la ladera de la iglesia de San Martín, el mismo lugar en el que en 1054 se enfrentaron las huestes de los reyes —y hermanos— García Sánchez III de Pamplona y Fernando I de León, a la sazón conde de Castilla. La espectacular representación de la batalla, que tiene lugar con todo lujo de detalles desde 1996 gracias al esfuerzo de la Asociación de Amigos de Atapuerca, culmina el Fin de Semana Medieval que cada año se desarrolla en la serranía del mismo nombre.

Ya a finales de agosto puede asistirse en Arcos de la Llana a la representación de Juana, ciega razón,  un montaje que recrea el paso del cortejo fúnebre de Felipe I el Hermoso por esta localidad burgalesa —en el que se instala un mercado talleres, juegos populares y chascarrillos en una ambientación idónea—, en la que la reina Juana permaneció 18 meses. El texto, obra del vecino del pueblo Felipe Ureña, comenzó siendo un simple monólogo al que año tras año —y van para quince— se han ido incorporando nuevos personajes.

Como puede verse, los amantes de la historia, los apasionados del teatro y quienes se sientan atraídos por la vitalidad de unos pueblos castellanos que se resisten al tedio y el olvido, tienen en la provincia de Burgos muchas citas a las que acudir. ¿Son estos espectáculos tan abundantes en otros lugares de la península?

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